Tres años antes de su muerte se dispuso Francisco a celebrar en el castro de Greccio, con la mayor solemnidad posible, la memoria del nacimiento del niño Jesús, a fin de excitar la devoción de los fieles. Más para que dicha celebración no pudiera ser tachada de extraña novedad, pidió antes licencia al sumo pontífice; y, habiéndose obtenido, hizo preparar un pesebre con el heno correspondiente y mando traer al lugar un buey y un asno. Son convocados los hermanos, llega la gente, el bosque resuena de voces, y aquella noche bendita, esmaltada profusamente de claras luces y solemne. El varón de Dios estaba lleno de piedad ante el pesebre, con los ojos arrasados en lágrimas y el corazón inundado de gozo. Se celebra sobre el mismo pesebre la misa solemne, en la que Francisco, levita de Cristo, canta el santo Evangelio. Predica después al pueblo allí presente sobre el nacimiento del Rey pobre, y cuando quiere nombrarlo -transido de ternura y amor-, lo llama 'Niño de Bethlehem2". Relato de San Buenaventura (LM 10,7)
Que esta Navidad el Señor nos ayude a reencontrarnos con la ternura y el amor que a lo largo del año hemos perdido, para que de esta manera podamos renovar como Francisco esta experiencia de la encarnación en nuestras vidas.
¡Feliz Navidad!
¡Paz y Bien!
Fray Javier